A lo largo de los años me he encontrado con muchas creencias y supuestas reglas admitidas por muchos jugadores e incluso monitores que imparten clases de ajedrez a los niños, y que no deberían considerarse como “grandes verdades”, tal y como algunos parecen creer. Vamos a exponer a continuación algunas de ellas.
1. El bando que tiene ventaja tiene la obligación de atacar. En caso contrario perderá su ventaja.
Una frase atribuida al primer campeón mundial oficial de la historia del ajedrez. La encontrarán escrita de ese modo a través de diferentes fuentes y algunos monitores de ajedrez la usan así en sus clases de ajedrez con los niños. Sin embargo a veces aparece redactada de otro modo, que por cierto me parece más prudente y más lógico, sobre todo imaginando que alguna vez saliera de la boca de Steinitz: “el bando que tiene la iniciativa debe atacar; de lo contrario corre el riesgo de perderla”. ¡Esto ya es muy diferente!
Decir que el bando que tiene ventaja debe atacar es absurdo, y enseñarle ese principio a los niños que aprenden ajedrez resultará muy peligroso. Existen muchísimas posiciones en ajedrez en las que el bando que tiene la ventaja debe defenderse. ¡Y si no lo hace será entonces cuando corra el peligro de perder!
Si hablamos de la iniciativa, sí tiene sentido, es más, pude ser una obviedad.
2. Cuando estamos perdidos debemos lanzarnos a un ataque contra el rey enemigo como último recurso.
Los que hayan tenido la oportunidad de leer el magnífico libro “Los 7 pecados capitales en ajedrez” conocerán la interesantísima teoría de la “infinita resistencia” que plantea su autor, Jonathan Rowson. En ella se insta al jugador que está en clara desventaja o incluso en posiciones objetivamente perdidas, a defender la posición de la manera más precisa posible, ir parando cada una de las amenazas que plantee el rival y no caer en la desesperación. Las páginas en las que explica esta teoría me parecen una verdadera joya. Si todo el libro es bueno, esa parte es imprescindible para el jugador de ajedrez y he podido comprobar como algunos de mis alumnos han salvado posiciones casi desesperadas gracias a la “infinita resistencia”, que seguramente sería lo opuesto a darlo todo por perdido y lanzarse a un ataque injustificado para tratar de “morir matando”.
3. Los finales en ajedrez son aburridos.
Sólo el desconocimiento nos puede llevar a pronunciar semejante frase. Cuando estudiamos finales podemos apreciar la verdadera grandeza del ajedrez ya que, a a pesar de que haya pocas piezas en el tablero, los matices y sutilezas que esconden son impresionantes.
Recursos de ahogado, fortalezas, conceptos geométricos...muchísimos detalles que llenan de brillantez el tablero. Y, ¿qué decir de los finales artísticos? Estos esconden en muchos casos una belleza sin límites y, además, pueden ser muy buenos para aprender cuestiones de la máxima importancia acerca de la fase final de la partida.
La mayoría de los niños y adultos que juegan al ajedrez pueden tener esa idea hasta el mismo momento en que comienza a estudiarlos y descubren las maravillosas lecciones que contienen.
4. Aprender aperturas requiere de una gran memoria.
Yo cambiaría esa frase por esta otra: “estudiar aperturas de ajedrez de memoria requiere de un gran desconocimiento”. Precisamente en un artículo anterior hablábamos de cómo enseñar las aperturas de ajedrez a los niños. Si no relacionamos las aperturas con las estructuras de peones y tipos de centro que se producen, y nos limitamos a memorizar jugadas que verdaderamente no comprendemos estaremos realizando un trabajo inútil. Es más, estaremos realizando un trabajo perjudicial.
Para estudiar aperturas hay que tratar de comprender, no de memorizar, y no nos cansaremos de insistir en ello.
5. La dama vale 10 puntos
Hace ya algunos años me encargué de este tema en un artículo de mi blog “Diario de un entrenador” titulado ¡10 puntazos!
Si ya es un tema delicado el de enseñar el valor de las piezas de una manera rígida, mucho más lo será si damos a la dama un valor tan alto, que dificultará sobre todo en los niños que aprenden ajedrez la asimilación de los conceptos de compensación en los casos de dama contra dos torres o dama contra varias piezas menores. No hay duda de que la dama es la pieza más poderosa, pero parece mucho más sensato darle un valor, en todo caso, de 9 puntos.
Pero sobre todo hay que enseñar la relatividad del valor de las piezas dependiendo de las situaciones concretas en las que nos hallemos.
6. Los peones doblados son malos.
Existe un generalizado rechazo en el ajedrez escolar a las posiciones que contienen peones doblados. Es cierto que el hecho de incluir a los peones doblados, aislados, retrasados, colgantes, etc entre las principales debilidades en la estructura de peones puede provocarlo. Por eso es tan importante que cuando enseñamos ajedrez a los niños y nos ocupamos de estos temas, mostremos ejemplos en los que tener ese tipo de estructuras puede ser beneficioso. Al fin y al cabo son muchos los casos en los que esto es así.
7. Llegar tarde a la partida, mirar fijamente al rival o molestar de cualquier manera a nuestro oponente puede ponerlo nervioso y nos puede ayudar a ganar la partida.
Este es un tema particularmente espinoso. Existen algunos monitores de ajedrez (por suerte son una gran minoría) que enseñan a sus pupilos a usar algunos tipos de “malas artes” para distraer, molestar o poner nervioso al oponente. Las personas que trabajamos con niños tenemos una gran responsabilidad a la hora de enseñar ciertos valores o cuestiones éticas a los jóvenes que se inician o avanzan en el ajedrez. Me parece realmente detestable y rechazable enseñar a los niños una serie de artimañas que sólo muestran nuestra falta de educación, respeto por el rival y deportividad. Y por supuesto también son una triste muestra de nuestra falta de confianza en nuestras posibilidades y un exponente de nuestras limitaciones.
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