Entre los innumerables beneficios de la práctica del ajedrez para niños y adultos vamos a mencionar un punto bastante importante en este artículo. Hablaremos del sentido de la responsabilidad y de cómo una persona responsable debe ser capaz de asumir sus errores. Al contrario que en otros juegos o actividades, en el ajedrez el jugador es el único responsable de la derrota, y no se puede repartir entre varios jugadores la responsabilidad de la derrota. Tal vez por eso sea a veces tan duro digerirla. Precisamente en el segundo número de Capakhine que está a punto de ver la luz, nuestro colaborador Carlos Martínez, psicólogo especializado en ajedrez, nos habla de cómo gestionar y superar la derrota.

No vamos a tratar ese tema en concreto, pero sí vamos a abordar una de las situaciones que vemos con más frecuencia en los torneos de ajedrez, especialmente en los torneos de ajedrez de niños. Con mucha frecuencia vemos a algún niño llorando y excusando su derrota en alguna razón que nada tiene que ver con los errores cometidos.

“Me dolía la cabeza” o “Mi rival me ha puesto nervioso”, son algunas de esas razones que los niños dan tras sus derrotas en una partida de ajedrez. Por supuesto que en ocasiones puede ser así, pero aquellos que siempre recurren a razones ajenas a sus propias decisiones en el tablero, es probable que estén escudándose y no sean capaces de afrontar la derrota y asumir sus errores.

Como decía en la introducción, una persona responsable sabe asumir sus errores y, por tanto, es capaz de evitarlos en el futuro. Este es uno de los grandes beneficios del ajedrez: hace a las personas más responsables y enseña a asumir los errores y aprender de ellos. Normalmente las razones de una derrota deberían ser de este tipo:

“He cometido un error de cálculo” (y por lo tanto debo trabajar en esa dirección)


“No entendía la posición que he alcanzado en la apertura” (y por lo tanto debo comprobar cómo se debe jugar en esa posición, o quizás incluso deba replantearme mi repertorio de aperturas)

“Me he quedado con poco tiempo y en los apuros me he equivocado” (por lo tanto hay que evitar los apuros de tiempo, sobre todo en el caso en que ocurran con mucha frecuencia. Por cierto que hace tiempo escribí un artículo sobre los apuros de tiempo en mi blog Diario de un entrenador, que tal vez pueda se de interés.)

Los padres de los niños que juegan al ajedrez y compiten en torneos deberían tener cuidado de no alentar las típicas excusas que un niño puede dar tras una derrota en una partida de ajedrez, en el caso de que éstas sean recurrentes. Para encontrar los verdaderos motivos de una derrota puede entrar en juego la figura de un monitor o entrenador de ajedrez, pero también hay que señalar que los ajedrecistas que no cuenten con uno, deberían tratar de hallar las razones de la derrota mediante el análisis de las partidas de ajedrez disputadas.

Recuerdo como una vez cuando tenía 15 años, estado muy afligido tras perder una partida de ajedrez, me acerqué a Julio Ferrer, excepcional monitor de ajedrez de Granada. “Has perdido, ¿verdad?” me preguntó y tras mi asentimiento comentó: “tranquilo, eso sólo pasa las 10.000 primeras veces...luego te acostumbras.” Pues sí. La derrota forma parte del ajedrez y de la vida y hay que aprender a desdramatizar.

Olvidémonos de las excusas, desdramaticemos las derrotas, y seamos responsables y asumamos nuestros errores.

 

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